Cuentos de Mila


El cerdito-hucha
julio 25, 2008, 6:21 pm
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El cerdito-hucha

 

En una aldea de la montaña de LEON rodeada de robles, había un manantial de agua cristalina y fresca (por no decir fría) que brotaba con vigor de las entrañas de la tierra.
 Su insistencia en ofrecer el apreciado líquido, pues no había sequía que la hubiera humillado obligándola a bajar su caudal, formó en la tierra por donde se deslizaba varios surcos con recodos y desniveles que le daban al paisaje belleza, frescor y sonido.
 Los aldeanos apreciaban su generosidad y confiaban en sus poderes curativos mas que en la medicina tradicional, cuando alguno de ellos se veía aquejado de dolor o fiebre, lo primero que se administraba era un trago de agua del manantial, si ésta no solucionaba el mal ya habría tiempo de recurrir al médico.
 A poca distancia del manantial tenía instalado su hogar y alfarería Peru un cincuentón, padre tardío, que toda su vida se había dedicado a trabajar el barro que unido al agua del manantial y a su habilidad manual hacían que su trabajo fuera en opinión de los vecinos “una bella obra de arte”.
 Peru tenía un hijo de 7 años llamado “Inesperado” al que sus amigos llamaban “In” sin lugar a dudas por méritos del chaval mas “artista que su padre”.
 El alfarero decidió cuando éste nació hacer con barro un cerdito sonrosado y gordito, hueco por dentro y con una ranura en su lomo por donde introducir monedas con la brillante idea de crear un tesoro en su interior.
 Pronto los vecinos estuvieron al corriente de su creación y todos quisieron tener el correspondiente cerdito-hucha.
 Este animal, sinónimo de abundancia era el más apreciado en la aldea, por lo que se le destinó el lugar más decorativo en el interior de los hogares.
 Habían transcurrido siete años y pacientemente “Peru” al igual que el resto  iba introduciendo una tras otra monedas por la ranura del cerdito rellenando su panza y así hubiera seguido aumentando el caudal, sino fuera porque una tarde “In” inclinando el cerdito,con la hoja del cuchillo consiguió que una de ellas saliera al exterior por la misma ranura que había entrado.
 Había comenzado sin que Peru se percatara el primer acto de desfalco  a su cerdito-hucha financiera.
 Cuando al día siguiente llegó al colegio con su moneda la invirtió rápidamente en el kiosco de la Rosi, haciéndose ante la mirada atónita de los amigos propietario de una gran palmera de chocolate.
 A continuación vinieron las clases de estrategia, en cada casa para bien de todos había un cerdito que en su tripa guardaba más o menos monedas.
 “In“ les explicó con detalle el sistema a utilizar para conseguir el capital con el mínimo esfuerzo.
 La excitación se adueñó de la chiquillería al ser propietarios de la pequeña fortuna, y tal alegría no pasó desapercibida en la aldea pero fue disculpada por la llegada de la primavera y las fiestas patronales que se avecinaban.
 Una caseta de tiro-pichón se levantó en un par de horas en la plaza junto a la Iglesia el Domingo de Pascua, en ella unos patitos rítmicos se deslizaban sobre una supuesta orilla y unas escopetas de perdigones se ofrecían sobre el mostrador tentando el poder adquisitivo de los chavales.
 Este no se hizo esperar y el feriante dio gracias al destino y al patrono de la mencionada Iglesia  al ver los beneficios que acumulaba en su bolsillo.
 El trasiego de “In”era frenético, del cerdito-hucha al puesto del tiro-pichón…vigilar la ausencia de Peru y el resto de los padres… una logística infantil pero eficaz estaba en marcha.
 Había nacido el socialismo en estado puro, el beneficio era compartido entre los chavales a los que no se resistía pato por perdigonada.
 Mientras, las panzas de los cerditos-huchas se iban vaciando, pasadas las fiestas sino hubiera sido por la calidad del buen barro con el que fueron realizados éstos ya no serían sonrosados ni gorditos.
 Nada hacía prever el desfalco.
 Aquel año“In”festejaba su Primera Comunión el jueves de la Ascensión.
 La ilusión de su padre era comprarle un par de zapatos de charol negro para la citada festividad.
 Acostumbrado al tosco barro, el brillo del charol era el sueño pendiente de “Peru”para el  gran acontecimiento.
 Llegó la hora de disfrutar de los ahorros y se dispuso a sacrificar el sonrosado cerdito.
 Allí donde fue creado por un mazo fue golpeado y en mil pedazos destrozado.
 El buen hombre no lo podía creer, siete años ahorrando y las pocas monedas que había en su interior no daban para comprar más que un par de alpargatas.
 De la sorpresa pasó a la lógica y de ésta al autor en tan solo diez minutos.
 Otros diez fueron suficientes para que “In” tuviera el trasero dolorido y se dirigiera hacía el manantial  a beber el correspondiente vaso de agua para aliviar el escozor del culo.
 Poco a poco fueron llegando los socialistas compartiendo el sinsabor de los cachete recibidos a por el bálsamo del agua fresca y pronto quedaron todos recuperados, mitad porque a esa edad todo es pasajero y mitad por el trago que todos dieron.
 La Primera Comunión de “In” y sus amigos se celebró con toda solemnidad, todos ellos estrenaron alpargatas blancas, en los cerditos – huchas no había para mas.
 La vida no camina para atrás ni se detiene en el pasado, los sueños de los padres pocas veces son compartidos por los hijos, así que ninguno de éstos se sintió decepcionando por su calzado en ese día tan señalado.
 Pero todos recordaban al cerdito y lo feliz que les había hecho.
 A los padres durante años les proporcionó sueños para realizar.

A sus hijos realidades que no se había atrevido ni a soñar.

 

 


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